Sunday, October 19, 2008

¿Quién era Milton Friedman?

Este es el título de una de estas joyas con las que Paul Krugman (en la foto de la izquierda)– el reciente premio Nobel de economía – nos regala en el NYTimes y que posteriormente El País nos lo ofrece en versión traducida.

Una buena manera de acercarse al pensamiento de Krugman es a través de su blog http://www.krugman.blogs.nytimes.com y por supuesto a través de sus colaboraciones en el NyTimes.

En esta ocasión incluyo el link de El País porque no he podido encontrar el artículo en el NyTimes (igual lo publican después …). Es probablemente el mejor artículo que he leído que nos puede ayudar a entender en el contexto actual la imbricación entre el pensamiento económico, la política económica y el resultado de todo ello para los ciudadanos.

Sin embargo, en esta maravillosa discusión sobre el papel del Estado en la economía, sobre las virtudes y defectos de esta mano invisible que finalmente gobierna los sueños y realidades de generaciones enteras, se encuentran a faltar aspectos importantes que si bien no eran tan relevantes en décadas anteriores, ahora se revelan primordiales.

Creo que hoy en día la inmensa mayoría coincidimos con Krugman en que los mercados, sin duda nuestra mejor creación como herramienta de coordinación económica, deben ser diseñados para que cumplan realmente no solamente con su función de coordinación sino que también garanticen su utilidad social. En este contexto, encontrar normas que permitan aunar los intereses individuales en la dirección del bien común posibilitando una nivel de coordinación más elevado, es sin duda el reto. Un reto difícil, como muestra baste el hecho de que probablemente muchos instrumentos de innovación financiera creados en las últimas décadas alientan con claridad a situaciones contrarias.

Este no es un fenómeno nuevo, este tipo de problemas nos es lamentablemente familar, por ejemplo, en la crisis de la energía eléctrica en California que Krugman menciona y en tantas otras situaciones. Yo creo que aquí la inmensa mayoría está de acuerdo en que el diseño de incentivos y normas que permitan al mercado ser un instrumento real de coordinación y de bienestar social es absolutamente necesario y que mercados como el financiero deben reformarse urgentemente haciendo que sean todos y no sólo unos pocos los actores que estén sometidos a la regulación de las autoridades monetarias.

Sin embargo, creo yo que nos olvidamos de algo y de algo importante. Ese algo es la innovación. Es cierto que sabemos más bien poco del papel económico de la innovación y lo poco que sabemos es que nuestros intentos de repetir fenómenos como Silicon Valley mediante la creación artificial de clusters o estimular relaciones de transferencia mediante la puesta en marcha de proyectos públicos, funciona más bien poco y mal. A pesar de todo ello, en las últimas décadas estamos aprendiendo más de cómo apoyar a la creación de estructuras y condiciones que permitan que la innovación florezca con más facilidad. Tanto a nivel empresarial como a nivel de política global tenemos ejemplos de cómo algunas empresas y algunos países han logrado superar la situación de one-hit-wonders o pasar a ser sociedades punteras en innovación con el bienestar y calidad de vida que esto ha conllevado a sus ciudadanos.

Hace unas pocas semanas había en Business Week un artículo dedicado a Innovation Economics, un término nuevo para una nueva disciplina que poco a poco se va abriendo camino igual que otras como behavioral economics. 

Todos somos conscientes de la importancia de la innovación en la economía de este tiempo que nos ha tocado vivir. En los últimos años, hemos conseguido multiplicar en mucho lo que sabemos, y por lo tanto las combinaciones posibles capaces de solucionar un problema concreto han crecido exponencialmente, muchas de ellas desconocidas y por lo tanto potencialmente innovadoras. Este fenómeno junto con la globalización han creado este mundo donde el número de soluciones por descubrir, de innovaciones por crear, supera en mucho al de épocas pasadas.  

Es un hecho que muchos de los problemas con los que nos enfrentamos tanto nuestros países como nuestras empresas, simplemente no tienen solución con los activos existentes. Nadie creería que EEUU puede llegar nunca a equilibrar su balanza comercial o a pagar su deuda si no creyese simultáneamente en su capacidad para crear nuevos Google, nuevos Apple, nuevos Microsoft o en la capacidad de sus empresas de resurgir de sus cenizas con productos, servicios, modelos de negocio, mercados, … propuestas en general hasta ahora desconocidas.

Los mercados son sin duda importantes, su diseño (regulación si queremos visualizarlo en términos de política económica) es necesario, sin embargo debemos ser conscientes que ni son todo ni van a solucionar la totalidad del problema. El nivel de creación de riqueza que necesitamos no va a venir ya solamente de mercados estables y eficientes que proporcionen incentivos suficientes a los diferentes actores sino también de la capacidad de nuestras empresas y nuestros paises de ofrecer propuestas inéditas que generen mayor riqueza a un menor coste y con un mayor bienestar social: en definitiva de nuestra capacidad de innovar.

P.S. O por qué el PNV a pesar de todos los varapalos con el gobierno central acepta apoyar los presupuestos a cambio de la política de Innovación y que podemos aprender nosotros de todo esto.  

Labels: , , ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home